miércoles, 30 de julio de 2014

VENGO - YANNIS YFANTIS

No sé si fue Ritsos u Homero
el que me convenció para entrar en el Caballo de Troya
teniendo sólo una espada y un espejo.

Vengo del desierto allí donde la arena
es la aflicción de cada forma.

Vengo de las Osas llevando
un fardel de estrellas y sosteniendo
en la mano una máscara de luna.

Vengo de la choza tejida con ramas refulgentes.
Vengo de una casa hecha de espejos.

Vengo del desfiladero curvo como espada
hecha mitad de nieve mitad de flores.

Vengo de las orillas del río montañés
allí donde cataratas ascetas
se mantienen de pie en las pétreas tinajas.

Vengo del Norte; con patines de hielo
dos medias lunas, sin parar me deslicé
sobre las nieves durante tres mil años.

Vengo de las tribus de los tártaros; soy el general
que degolló a Attar y también soy
el mismo Attar y el cuchillo que lo degolló.

Vengo de la negra galaxia de las hormigas que arrastra
una mariposa muerta como si fuese
el velero de un ángel como si fuese
Ícaro tras su caída.

Vengo de Grecia que eleva
con la mano el Peloponeso y disemina
a su alrededor las islas para que no esté
solo extendido en el mar.

Vengo del agujero de una rama podrida
en el que oficiaba en traje de abeja salvaje
o en el que llevaba talares vestiduras de mariposa.

Vengo de allí del atardecer
de Tesalia, donde pastoreé
durante mil años un rebaño de llamaradas.

Vengo del libro de Anaximandro; en él
me enncuentro siempre doquiera que vaya.

Me preguntan de dónde vengo.
                    ¿Qué decirles?
No me entenderían.
                     Y luego
me llevarían atado al psiquiatra.

"Vengo", dije, así de simple, "de Agrinio",
escondiendo cuanto pude en esta palabra
lo "agrio", la "n", la "i" y sobre todo
la "o", que es venero y veneno,
casa mía y espejo y laberinto (pero sí
el más complejo laberinto y que parezca
tan simple, un ínfimo anillito).

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