domingo, 24 de febrero de 2013

DESTINO - ROSARIO CASTELLANOS

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.

El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.

¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
- antes que lo devoren -  ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

LAS RESACAS - KARMELO IRIBARREN

Las primeras tienen
su cosa, es cierto. Otra vez
con el trago en la mano,
uno se siente a gusto de sentirse
tan mal, de tener ese cuerpo,
de ser al fin el blanco
de miradas y risas (comentarios
jocosos, vacilones), ya sabes,
de sufrir como un hombre.

Luego vienen las otras,
las de siempre, las clásicas,
sin el encanto de la novedad,
las que uno ya conoce en su justa
medida, aburridas y tercas,
pegajosas, las que apenas
sorprenden, las que una mañana
te avisan que ojo al parche,
pero tú ni te enteras.

Las últimas resacas,
las auténticas, las de verdad,
las que ni risas ni miradas
que valgan, las del vómito
encima, las del asco
y las lágrimas, las del miedo
a vivir y a morir de repente,
las de la más absoluta soledad,

esas, amigo mío, mejor
que no las tengas que pasar.


lunes, 4 de febrero de 2013

EL PESO DEL ERROR - ELEONORA FINKELSTEIN

Ignoraba el ocio de las bestias
que desfilan frente a las estrellas fijas.
Decía: sólo mis prodigios se gestan con el error,
soy, en tanto, el taumaturgo de lo posible.

Entonces extirpaba del polvo,
los calendarios y los mapas,
los viajes y las permanencias
pero todo ya venía maculado
con el repetido trazo de los círculos.

Decía: conozco el presente
como a un solo alfilerazo en el tapiz.
Y antes, uno más. Y después, otro.
Siempre ligados por la espalda
y siempre a un segundo de la disolución.
Juguemos a reconocernos las caras en el espejo.
¿Ves a la virgen en cópula con los dioses?
¿Ves a la ramera de cuerpo blanco y virgen?
Soy el taumaturgo de lo posible, repetía,
y equivoco las cosas.
Una y otra vez, hasta el cansancio.